miércoles, 2 de junio de 2010

DE LA MANO CON EL ARTE COLOMBIANO



Por. Alejandro Gómez y Carolina Ruíz






El arte en Colombia ha tenido un cambio radical: ha pasando en poco menos de dos siglos de lo religioso a lo contemporáneo. Por ello es importante conocer qué ha ocurrido en el siglo XX, haciendo un rápido recorrido por la historia de la pintura de esta época, empezando con la fundación del Instituto de Bellas Artes y terminando con Fernando Botero. Este periodo es reconocido por ser un momento de grandes cambios en el acontecer nacional, los cuales dejan una sutil evidencia en la representación artística del periodo.



El Instituto de Bellas Artes

Para 1882 nace el Instituto de Bellas Artes (según la ley 67 del mismo año) fundado por el pintor y publicista Alberto Urdaneta (1845 – 1887) quien utiliza éste como base y en 1886 crea la Escuela de Bellas Artes de Bogotá, por petición del entonces presidente Rafael Núñez. La Escuela aparece como una iniciativa para fomentar la educación de artistas en todo el territorio, y así enriquecer la cultura colombiana, puesto que los jóvenes creadores no tenían un centro especializado en la enseñanza teórica y formativa de su profesión, y además por carencia económica, muchos no podían viajar al exterior a educarse en este oficio.




De forma paralela a la fundación de la Escuela de Bellas Artes, Alberto Urdaneta se preocupa por generar resistencia al mal gobierno de la época Es entonces cuando por medio de diferentes medios impresos (creados por él) da a conocer un punto de vista de oposición de una forma particular: el uso de dibujos exagerados. Por tal motivo se le conoce como el fundador de la caricatura política colombiana. En sus orígenes las imágenes cumplían la misma función que hoy en día: expresar ideas, inconformismos y nacionalidad a todos los ciudadanos, logrando perdurar en la memoria de las personas y adicionalmente mostrando trazos, colores, y texturas como cualquier pieza de arte.



Hacia finales del siglo XIX se originan cambios importantes para el país, entre ellos la consolidación del café como motor económico, la explotación de la agricultura y la minería orfebre como fuente de exportaciones, la aparición de grandes corredores férreos (que comunican los diferentes puntos de la geografía nacional) y la aparición de artistas formados en Francia o España, que hacen pensar a los colombianos en un mundo en transformación que pide a gritos reformas culturales, las cuales se evidencian en el cambio de temática para los pintores del momento.

Paisajismo
Aparece entonces la corriente paisajista colombiana, basada en el reconocimiento de lo natural. Se habla de obras con mucha sensibilidad artística, colores sobrios, cuyo ingrediente principal es hacer una confesión de amor al arte y a la naturaleza el cual se evidencia en parques, paisajes y jardines que se difuminan con el horizonte, dando una sensación de amplitud, calma, y libertad. Dentro de los pintores paisajistas destaca Ricardo Borrero (1874 – 1931) quien siendo egresado de la Escuela de Bellas Artes termina su formación artística en Sevilla (España) y logra plasmar en su obra la calidez del paisaje que lo rodea, mezclando, colores suaves y objetivos selectos que consigue atrapar y seducir al observador.




Los pintores paisajistas logran encontrar cada uno un estilo propio, lo que hace su obra única, con grados de habilidad diferentes y éxito comercial variado. La utilización de diferentes conocimientos y gustos hacen de esta representación de la naturaleza una fuente de conocimiento valiosísima para los expedicionarios botánicos de dicho momento, gracias a la fidelidad de las imágenes obtenidas por los artistas. Adicional a esto, el crecimiento económico de las ciudades se vuelve atractivo para las personas del campo, lo que ocasiona un desplazamiento masivo a las comodidades (agua, luz, teléfono) y la venta masiva de obras de arte paisajista, ya que al público (una burguesía nueva de origen campesino) le atraía la nueva propuesta, puesto que veían en esos cuadros su antigua vida y adicionalmente este tipo de arte ofrecía la posibilidad de mostrar la ostentación económica del momento.



La Corriente Bachue

Gracias a la monotonía de las pinturas paisajistas, esta corriente deja de ser solicitada y se crea la necesidad de innovar, de utilizar técnicas diferentes y poner la mirada en otro horizonte. Para 1930, cuando se instaura la llamada República Liberal, se presentan reformas económicas y sociales importantes, pero es bajo el gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934 – 1938) que se da la denominada “Revolución en marcha”, ya que fue él quien buscó dotar a Colombia con una nueva estructura jurídica, social y económica más coherente con su evolución. Es en este momento en el que surge en Bogotá la corriente bachué, que debe su comienzo al llamado de la tierra, al deseo de los artistas colombianos por acabar con sus influencias académicas y buscar un arte propio, retomando la mitología aborigen, las raíces de la cultura indígena y mostrando el deseo de regresar a la “pacha mama” como inicio de la vida.
Rómulo Rozo es quien inicia dicha tendencia artística, al mostrar en sus obras un arraigo muy fuerte con la tierra. Luego, el llamado a ser su sucesor es Pedro Nel Gómez, un pintor, muralista y escultor que logra mostrar en su arte una expresión del inconformismo generado hacia el mal trato recibido por los campesinos, indígenas y mineros asalariados que trabajan principalmente en las minas de la Colombia de los años treinta.

Lo Abstracto

El periodo Bachué finaliza como han terminado las otras corrientes, con la monotonía, con mucho de lo mismo, y con el nulo deseo de innovar. Es entonces cuando después de la II Guerra Mundial, una tendencia artística se toma el mundo, aparece así el abstraccionismo, un tipo de arte nuevo, con propuestas poco entendibles hasta la percepción del arte que se conocía hasta el momento pero que logran captar la atención de las personas. El arte abstracto se caracteriza por ofrecer siempre una perspectiva central, un alto contraste de colores, una mezcla de figuras y formas que dan origen a la obra vista como un signo, de un algo difuso que puede ser para muchos ambiguo, pero para otros es claramente identificable.




Dicha corriente llega de la mano del pintor y muralista bogotano Marco Ospina, quien la promueve y logra nivelar el arte colombiano con el mundial, evidenciando un deseo de romper con los esquemas, y dejar de lado las realidades nacionales, haciendo de la pintura una forma libre de percibir la realidad individual. En esta tendencia existe arbitrariedad de significados que van de la mano de la libertad de formas, colores, texturas. Es un nuevo concepto global de expresión, rebeldía y rompimiento de todos los cánones de belleza propuestos hasta el momento.



 Arte Popular

Luego hacia mediados del siglo XX, surge el arte popular o arte primitivo como contraposición al auge obtenido por el arte abstracto (que perduró por muchos años), y nace con la visión de mostrar el mundo desde la no cultura con ingenuidad, con simplicidad, con un mínimo de intelectualidad y una marcada falta de convencionalismo. Su principal exponente es Noé León, y tiene su origen en una época de violencia, de conflicto, en la que los colombianos atraviesan por uno de sus periodos más sanguinarios, la “Violencia”.



La Mezcla

Una forma de terminar este rápido recorrido por la historia del arte colombiano del siglo XX, es nombrando al pintor, escultor y dibujante Fernando Botero, un hombre que ha retomado la tradición del arte popular, lo deforme del arte abstracto, la belleza del paisajismo, las ideas del arte Bachué y ha logrado fundirlos en un nuevo concepto, una obra que lejos de parecer vulgar o grotesca por las dimensiones de sus modelos, resulta ser un plato exquisito de buen gusto y refinamiento que se ha tomado el mundo. El maestro Botero es un gran exponente de la identidad colombiana y ha logrado imprimir su huella propia en la historia del Arte Universal, dejando en alto la cultura del país y demostrando que la innovación puede estar fundada en las antiguas corrientes.

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Bibliografía


  • • GONZÁLEZ ARANDA, Beatriz. Alberto Urdaneta y la edad de oro de la caricatura en Colombia. Biblioteca Luis Ángel Arango, Banco de la República. Consultado el lunes 31 de Mayo de 2010. Disponible en internet, http://www.lablaa.org/blaavirtual/exhibiciones/la-caricatura-en-colombia/texto10.html

    • LONDOÑO, Santiago. Arte Colombiano 3500 Años de Historia. Colección Banco de la República, Villegas Editores. 1ra ed. ISBN 958-96982-0-4, Noviembre de 2001.



    • Historia del Arte Colombiano Volumen V. Salvat Editores Colombia S.A. ISBN 843454700-7. 1986.



    • Historia del Arte Colombiano Volumen VI. Salvat Editores Colombia S.A. ISBN 843454701-5. 1986.



    • APELLANIZ, Juan Manuel. Historia de la Pintura Tomo IV. Asuri de Ediciones S.A. Bilbao, España. ISBN 8433004344. 1989.

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