Por: David Sebastián Ibáñez Jiménez
Día 1:
Otra vez se acerca la noche. El sol se esconde en las montañas para que llegue la luna con su opaco brillo. Otra vez las velas reemplazan de forma mediocre el magnífico esplendor del gran astro. Otra vez tengo frio y no puedo soportarlo. Trato de dormir pero ese idiota de al lado aun sigue trabajando. Hace mucho ruido y no me deja dormir. ¿Qué quien soy yo? Mi nombre no importa, lo que importa es el sufrimiento que debo para cada noche de mi vida, y especialmente desde que llegue a los Estados Unidos ¿¡porque no me quede en casa!?
Día 2:
Hoy fui a comprar más velas, me enloquezco cuando veo un espacio oscuro y ayer me di cuenta de que en los más recónditos rincones de mi cuarto aun se esconden las tinieblas.
Hoy también fui a la casa de al lado para expresarle mi disgusto, me fue mejor de lo que yo esperaba: me recibió de muy buena manera, me dio comida y me dijo que lo lamentaba, que iba a hacer todo lo posible para disminuir el ruido. Thomas dijo que se llamaba. Espero que cumpla su promesa para que por fin pueda tener una noche tranquila.
Día 7:
No he podido dormir estos últimos días. Las velas funcionaron pero ese infeliz ha hecho más ruido que nunca, parecía feliz: gritaba, reía y salía una luz muy extraña de su casa y que nunca en mi vida la había visto, en fin, ese tipo me mintió. Cuando fui a su casa a reclamarle lo volvió a lamentar y añadió que se iba de viaje por unas semanas y que ya dejaría de molestarme, dijo que había creado un invento que cambiaria el mundo de manera radical, dijo que el año de 1879 iba a pasar a la historia. Yo no le creo, hemos llegado hasta nuestro máximo punto de progreso. Gracias a dios ya se fue y ya puedo dormir en paz, bueno, al menos sin tanto ruido.
Día 28:
Estos últimos días han sido los mejores de mi vida: ya duermo bien, desde que se fue ese tipo hay paz en la calle y lo mejor de todo es que llego el bombillo a la ciudad. ¡Ya no hay más oscuridad! ¡Ya no hay más miedo! ¡El día es eterno! Aun no puedo creer como un pequeño pedazo de carbón pueda lograr tanta luz y como en estas últimas semanas haya logrado tanto furor entre la gente. La semana pasada pude comprar mi primer bombillo, es la mejor inversión que he hecho en mi vida, ya nunca más sentiré miedo, dentro o fuera de mi casa.
Día 50:
Aun no creo que el tal Thomas haya inventado la bombilla. Todo el mundo sabía que el señor Edison la había inventado pero no conocía a ninguna persona con ese apellido. Hoy en un bello carruaje un señor llego a la casa de al lado, otro tipo (parecía su sirviente) convoco a toda la calle y grito orgullosamente que el señor Thomas Edison había llegado triunfalmente a su tierra natal. Quede boquiabierto. La persona que alguna vez maldije término siendo mi salvador. No tuve la valentía de disculparme pero el afortunadamente lo entendió.
De ahora en adelante respeto más a las personas porque no sabes lo maravillosos e inteligentes que pueden llegar ser.