Primera Escena:
En un recóndito lugar de la geografía italiana, un hombre duerme tranquilamente en su cama; es el año 1477. De fondo se escuchan centenares de soldados de la guardia del rey. De repente, una figura fantasmagórica entra por la ventana, algo extraño está por suceder…
Fantasma: ¡Leonardo! ¡Leonardo! … Despierta
En un brusco movimiento la persona dormida queda sentada en su cama…
Leonardo: ¿Qui… Quién está ahí?
Fantasma: Soy yo Leonardo, Soy Giovanni
L.: Pero ¿Cómo es posible?, tú estás muerto
F.: Sí, estoy muerto, pero mi recuerdo sigue vivo
Se hace un silencio de ultratumba, hasta que Leonardo con algo de temor en sus ojos decide hablar.
L.: ¿Por qué has venido?
F.: Porque tú me has llamado con tus pensamientos, con tus acciones
L.: Pero… si tú y yo no tenemos nada en común. Es más yo pinto, no escribo
F.: Te equivocas mi querido Leonardo, tú y yo somos muy parecidos
L.: Lo dudo mucho. Además, tan solo tengo 25 años
F.: Sí, pero tu visión del mundo es de hombre de 50
L.: ¡Estoy confundido!, no sé qué pensar, ¿Me estaré volviendo loco?
F.: No pienses eso. Además la cualidad más grande de un hombre es vivir la vida con locura, con el aprovechamiento de cada instante, succionando de su entorno tolo lo que pueda
L.: Tienes razón, pero insisto: soy pintor y no escritor
L.: Está bien, pero dime: ¿A qué has venido?
F.: ¡Vístete! Vamos a caminar por el jardín… no hay mejor inspiración para un hombre que estar en contacto con la naturaleza y hasta con el más pequeño insecto
Segunda Escena:
En un dos por tres Leonardo está vestido y se dispone a salir al jardín. Giovanni lo espera sentado debajo de un árbol de Olivo.
F.: ¡Siéntate muchacho! Este árbol es como una persona; el agua con que se riega es como el conocimiento que nos fortalece, y los frutos hijo mío son la producción de los pensadores
L.: Puedo preguntarte algo…
F.: Para eso estoy aquí, para resolver tus dudas
L.: ¿Por qué tus escritos hablan de los estados del hombre?
F.: Porque si el hombre no fuera cambiante, dinámico, si no se comportara de formas distintas en diferentes situaciones. Si dejara de lado sus emociones, no tendría la capacidad crítica de ser quien es
L.: Y… si cada hombre es único ¿No debería plantearse como el centro de todo?
F.: Podría ser. Aunque debes tener en cuenta que el hombre no existe solo, por sí mismo, sino que debe relacionarse con otros
L.: Sí, eso es cierto. Tal vez por eso en mis pinturas siempre reflejo al hombre como un todo
F.: Recuerda una cosa: Lo importante no es solo pensar las cosas, debes expresar lo que tienes en tu cabeza y en tu corazón. Nuestra visión en la vida es abrir los ojos a aquellos que aún permanecen dormidos
L.: Giovanni ¿Por qué el hombre no sabe en qué creer?
F.: Porque el hombre no se ha preocupado por conocerse, por autoevaluarse; mientras el hombre no crea en sí, no podrá creer en otros
L.: Pero ese autoconocimiento ¿Cómo se puede lograr?
F.: Se logra gracias a personas como nosotros. Así como nuestra labor es abrir los ojos a los dormidos, también lo es llenarlos de preguntas, hacer que se cuestionen sobre lo que son
F.: Lo único que debes hacer es seguir tus conocimientos. Debes ser siempre como eres, un observador. Sigue por el camino en el que estás que este te llevará muy lejos
Poco a poco la figura del fantasma se desvanece. El sol está saliendo por el horizonte, las aves cantan y un verde hermoso se aprecia por doquier. Los rayos del sol son tan blancos, tan deslumbrantes que llegan casi a cegar. En la entrada del jardín se ve la figura de una mujer vestida de mucama, que viendo a su patrón sentado a la sombra del olivo, lo cuestiona.
Mucama: Señor da Vinci ¿Qué hace usted aquí?
Leonardo: Simplemente observo lo hermoso de la naturaleza mientras hablo con Giovanni Boccaccio
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