Por: Victoria Valdés Mosquera
El hombre despertó su razón, sacudió su libertad y cambio totalmente su vida.
En el siglo XV, comienza esta gran aventura que da un efecto en las artes: plásticas, pintura; también en la literatura y en las ciencias. El mundo salía del Medioevo, una época en la que Dios y la iglesia tenían una soberanía total en Europa, haciendo que los europeos dejaran su razón a un lado y tomaran la fe como su pensamiento; con la llegada del Renacimiento, por ejemplo, el hombre renacentista inició una nueva corriente en el arte de la pintura, la perspectiva, donde el hombre miraba todo ya no desde el punto de observación de un humano, sino desde la mirada infinita de Dios.
Más avanzado el renacimiento aparece el hombre renacentista ideal, (este era hombre o mujer), tenia habilidades en todas las áreas desde, la pintura hasta la escultura, saltando a la ciencia y luego a la anatomía. Hubo un hombre que tenía estas características, Leonardo da Vinci, admirado hasta hoy en el ámbito de la pintura por sus obras más importantes como, La Última Cena, La Mona Lisa y La Virgen y El Niño con Santa Ana.
Pero Da Vinci a pesar de su gran pasión por la pintura no sólo se centró en ella; parece que él adopta la idea del hombre educado. No sólo quería conocer las leyes básicas de todas las materias sino quería ser un experto en ellas; lo que hizo que sus críticos argumentaran su disipación en muchos temas distintos y que esto hacía que muchos de sus trabajos fueran incompletos.
Pero si él no hubiera obtenido tantos conocimientos de las materias, estaríamos atrasados en anatomía y en ingeniería, las artes sin un David, y sin sus pinturas el mundo no sería el mismo. Yo, me imagino muchos Leonardos da Vinci en épocas pasadas y en la actualidad, descubriendo nuevas cosas, abarcando todos los ámbitos y dándole a nuestra actualidad un toque de ingenio como lo hizo con el renacimiento.
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